Agustín vs Pelagio ¿Cuánto afectó el pecado al hombre?

 Pelagio (siglo IV y V) decía que el hombre nace completamente inocente sin una naturaleza corrupta por el pecado; y que el hombre cae en pecado meramente imitando la conducta de sus padres que a su vez ellos han corrido una cadena de caídas por mera imitación; Pelagio también arguye que el hombre tiene el poder moral para seguir por si solo la justicia y ganarse la salvación. Pelagio creía que con suficiente instrucción el hombre podría volverse de su pecado a Dios, sin la ayuda de este último; sus ideas heréticas son muy similares al pensamiento educativo que muchas escuelas asumen como su filosofía de educación, y es el pensamiento generalizado de muchas personas.

A esta desviación se le opuso el teólogo Agustín de Hipona (siglo IV y V), que creía que el hombre peca porque heredó la naturaleza corrupta de Adán y que esta corrupción afecta todas las facultades del hombre sin dejar libre un área del ser humano, por lo que este no tiene la capacidad moral de dejar el pecado por si solo y volverse a Dios por si mismo. Agustín enseño claramente la doctrina de la depravación total, el tenía clara esta enseñanza de la Biblia; hay una frase famosa de Agustín que expresa este pensamiento: "Señor manda lo que quieras, y otorga lo que mandas", esta frase molestó mucho a Pelagio, ya que en ella Agustín espresaba que sólo Dios podía darle la fuerza para obedecerle, como dijo el Señor Jesús: "porque sin mí nada podéis hacer" (Juan 15:5).

La teología histórica delimita las posturas de "cuanto afecta al hombre el pecado" como vamos a ver a continuación. Definamos primero dos términos importantes: Sinergismo, viene de "sin" que significa "junto", y "ergo" que significa "trabajar", por tanto, unido es "Trabajar juntos", o sea, Dios y el hombre trabajando junto en la regeneración. Monergismo viene de "mono" que significa "uno", y ergo es "trabajar", o sea, "uno solo trabaja", solo un agente trabajando en la salvación Dios o el hombre. Ya conociendo esto, estamos listo para ver las dierentes posturas que se vemos en la historia sobre este tema:

Monergismo pelagiano: El hombre no necesita convertirse porque el pecado no ha afectado al hombre acepto por influencia externa, aun así este tiene el poder para alejarse del mal sin ayuda divina

Monergismo agustiniano: El hombre esa afectado en la totalidad de todo su ser (mente, afecto, voluntad) de modo que el único que interviene en la regeneración del hombre es Dios, y el ser humano es completamente pasivo

Sinergismo semipelagiano: El hombre si está afectado por la caída pero solo parcialmente, es decir, que todavía quedan islas en el corazón del hombres que no está afectados por el pecados, pero que no se pueden precisar con facilidad; por implicación, los semipelagianos cree que el hombre puede cooperar en su proceso de regeneración, y que este comienza la conversión y Dios la acaba.

Sinergismo arminiano: El hombre, según este grupo, si está totalmente corrupto al punto de que no puede iniciar su salvación, ellos dicen, sin embargo que Dios da una "gracia preveniente" a todos los hombres que va mas allá de la mera persuasión externa y infunde cierto poder moral en el hombre, poniéndolo en una condición en el que puede convertirse o no a Cristo, es decir que Dios comienza la salvación en el hombre y este puede cooperar o resistirse a tal influencia.

Sin embargo, la Biblia enseña muy firmemente que yo y todos los demás somos depravados o corruptos en todo nuestro ser. No hay ninguna parte de nosotros que no haya sido alcanzada por el pecado. Nuestras mentes, nuestras voluntades, y nuestros cuerpos se han visto afectados por el mal. Hablamos palabras pecaminosas, desarrollamos acciones pecaminosas, tenemos pensamientos impuros. Nuestros propios cuerpos padecen los estragos del pecado. Posiblemente la expresión corrupción radical sea más adecuada que la expresión "depravación total" para describir nuestra condición caída. Utilizamos la palabra radical no tanto como sinónimo de "extremo" sino en el sentido de su significado original, la palabra radical proviene de la palabra latina que significa "raíz". Nuestro problema con el pecado es que está radicado en el centro de nuestro ser. Cala en lo profundo de nuestros corazones. Debido a que el pecado está en lo más profundo de nuestro ser y no simplemente en el exterior de nuestras vidas es que la Biblia dice:
"No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno" (Romanos 3:10-12)

Por causa de esta condición se escucha el veredicto de la Escritura de que estamos "muertos en delitos y pecados" (Efesios 2:1); hemos sido "vendidos al pecado" (Romanos 7:14); hemos sido llevados " cautivos a la ley del pecado" (Romanos 7:23) y somos "por naturaleza hijos de ira" (Efesios 2:3). Solamente el poder vivificador del Espíritu Santo puede sacarnos de este estado de muerte espiritual. Es Dios quien nos vuelve a la vida mientras nos convierte en hechura suya (Efesios 2: 1-10)

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