El Pacto Davídico

El origen histórico del Pacto Davídico 

En la Biblia existe un libro muy interesante, el libro de 'Jueces', este narra la época inmediatamente posterior a la conquista de Israel de la tierra prometida en el Pacto de Abraham, en esta etapa vemos un ciclo donde tribus sufren opresión por su infidelidad al Pacto que Dios hizo con ellos cuando Dios los sacó de Egipto, y el fin del libro de Jueces termina así:

"En aquellos días no había rey en Israel, y cada uno hacía lo que le parecía recto ante sus propios ojos" (Jueces 21:25)

El primer rey que tuvieron fue Saúl, quien fue resultado de una mala desición del pueblo de Israel, ya que no era este rey conforme al corazón de Dios; en ese tiempo Dios le habló al profeta Samuel diciéndole: "ellos no te han desechado a ti, Samuel, sino a mi", por la razón de que Samuel era también Juez en Israel en eese entonces, de hecho fue el último Juez del periodo se los jueces; ahora bien, ¿Por qué Dios le dijo esto al profeta Samuel, si el había permitido tener un rey a Israel en el Pacto Mosaico? El problema es que ellos querían "un rey como las naciones", pero el rey de Israel debía ser diferente. En las demás naciones los reyes dictaban las leyes, pero Dios había dispuesto ya que en su pueblo el rey no creaba la ley, sino la ley creaba al rey y lo controlaba, en Deuteronomio 17:18-20 leemos esto:

"Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas; y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra; para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento a diestra ni a siniestra; a fin de que prolongue sus días en su reino, él y sus hijos, en medio de Israel."

El rey debía tener una copia de la ley, por lo que el Pacto del Sinaí controlaría al rey. Dios desechó a Saul y escogió un rey para Israel: el Rey David.


El Rey, cabeza federal del Pacto Mosaico

Noten que en cada pacto que Dios hace pone un cabeza federal, un representante en el pacto, y si se dan cuenta verán que en el Pacto del Sinaí no había un cabeza federal, ya que Moisés sólo fue el mediador del pacto, lo cual es diferente a ser el cabeza pactual; esta era la razón por la que en el periodo de los jueces tribus eran castigadas y restauradas, y no la nación entera, ya que no había un cabeza federal que representara al pueblo. El rey, entonces, se convirtió en la cabeza pactual del pueblo bajo el Pacto Sinaítico.
Cuando los teólogos hablan del rey Davídico, se refieren a los reyes que descienden de David, y cuando estos reyes guardaban la ley del Pacto Sinaítico, el pueblo disfrutaba las promesas hechas en el Pacto de Abraham, esta idea es sumamente esencial para entender la Biblia. Más específicamente vemos que si el rey guardaba o no la santidad del tabernáculo el pueblo disfrutaba o sufría, esto es una repetición del Edén. Esto fue tan así, que desde Salomón  en adelante, para saber si un rey era bueno o malo lo primero que se veía era si eliminaron la idolatría y guiaron al pueblo a una adoración pura.

El Pacto Davídico en sí 

En Génesis leemos que Dios le prometió a Abraham que reyes saldrían de él: "Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti." (Génesis 17:6, 16), y a Isaac le fue especificado que esta promesa sería limitada a la tribu de Judá; el Pacto Davídico es, en primer lugar, el cumplimiento de la promesa a Abraham. 

En el Pacto Davídico Dios prometió varias cosas (2 Sam 7:8-16): un trono establecido, prosperidad y reposo en Canaán (1R 8:56), cosa que fue imposible en el tiempo de jueces ya que se limitaba a una tribu u otra. El rey debía guardar la santidad del templo y guardar la ley, de esta forma representar al pueblo. Si desobedecia Dios lo castigaría (2 Sam 7:14; Sal 132:11-12; 1 R 8:25-26), y las sanciones del expulsión de la tierra de Canaán del Pacto Mosaico son dirigidas al pueblo de Israel por medio del rey (1R 9:4-9), y aunque Dios aseguraró que siempre habría reyes en la casa de David, dependería de cada rey recibir las promesas en su tiempo de reinado.








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